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Sábado, 27 de Marzo de 2010




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MURVIEDRO

El yacimiento de Murviedro se encuentra situado en la diputación lorquina de La Parrilla, al sur de la Sierra de los Pilones en la margen derecha del Guadalentín, a 496 metros de altitud dominando el pasillo de la depresión prelitoral que pone en comunicación Levante con la zona andaluza de Almería-Granada entre las sierras de Tercia/Peñarrubia y Almenara.
El yacimiento situado a un kilómetro al sur del Cerro del Castillo de Lorca, se extiende por tres pequeñas elevaciones o cerros que ocupan una superficie aproximada de 70.000 m2. El cerro más elevado presenta la cima amesetada defendida al oeste de forma natural por una ladera abrupta e inaccesible, el resto del poblado fue defendido por una muralla de aproximadamente un metro de grosor que lo rodea (documentada con anterioridad en trabajos de prospección), salvo en el sureste donde las defensas se han perdido, al igual que parte del poblado, por antiguas canteras para la extracción de piedra.
La excavación en el yacimiento arqueológico de Murviedro se desarrolló durante los meses de julio a septiembre de 2001, con el objeto de documentar la superficie del poblado donde se iban a trasladar diversas antenas del Castillo de Lorca. El área excavada constituye un pequeño sector del denominado Cerro del Colmenarico o del Colmenar delimitado por un rectángulo de 26 metros de norte a sur y 39 metros de este a oeste, comprendiendo una superficie de unos 1030 m2., siendo una zona marginal del poblado afectado por las canteras en la parte meridional y occidental, aflorando la roca en la mayor parte de la excavación y con escaso depósito arqueológico.
Los ocho espacios de habitación excavados presentan forma oval o rectangular con uno de los lados ligeramente redondeado a modo de ábside, los de mayores dimensiones alcanzan los 52 m2 de superficie. Los muros que configuran estos espacios están construidos con un zócalo de piedra sobre el que se levanta un alzado de tapial muy compactado de color rojizo, cuyos derrumbes se hallaban sellando el interior de las cabañas. Los suelos de las cabañas generalmente están formados por limos blanquecinos o amarillentos compactados que rellenan las irregularidades del terreno.
En el interior los significativos restos de cultura material hallados nos indican una multifuncionalidad de algunos de los espacios domésticos: almacenamiento en grandes recipientes dentro de basares de planta rectangular adosados a los muros y construidos con piedras aplanadas hincadas verticalmente, zona de trabajo dedicada a la molienda del cereal con molinos junto y encima de rebancos, transformación de la industria lítica, fundamentalmente dientes de hoz o raspadores, metalurgia del cobre/bronce (mazas, molinos, crisoles, moldes y escorias) y hogares de tendencia oval o circular.
En algunas de las habitaciones se documentan agujeros de poste excavados en la roca que pudieron emplearse para sostener la techumbre o para sustentar una estructura sobreelevada de material orgánico utilizada para el almacenamiento.
Al este de las cabañas II y IV y apoyado en su muro oriental, se documentó un espacio de planta rectangular, donde se halló un pequeño horno de unos 0.60 metros de diámetro, con un hueco central de unos 0.50 metros, delimitado con piedras medianas dispuestas unas junto a las otras, sin ningún elemento de unión. En la parte posterior del mismo se observa un pequeño orificio entre dos piedras por el cual se podría insuflar aire con un fuelle; hacia el exterior, el horno dispone de una abertura o canal de unos 0.23 metros de anchura, marcada por sendas lajas de piedra dispuestas de forma vertical y una tercera colocada en la base. Esta pequeña estructura estaba colmatada con tierra muy fina y suelta, gravas, un alto contenido en cenizas y una laja caída, similar a las anteriores y que interpretamos como la cubierta.
Entre los espacios habitados se encuentran lugares abiertos que se planifican en base a la topografía natural.. Estos espacios de frecuentación, a modo de calles, se emplean para arrojar los desperdicios, en contraposición con el interior de los espacios de habitat que se hallan limpios. La calle más estrecha, a cuyos lados se distribuyen ?las cabañas? I y II, confluye en una mayor orientada este-oeste, con pendiente hacia el este, a cuyos lados se distribuyen el resto de ?las cabañas? documentadas. Este conjunto de estructuras indican la presencia de un protourbanismo.
La excavación ha permitido distinguir dos fases constructivas, a la primera fase corresponden seis espacios nucleares (cabañas I, II, III, IV, VI, VII y IX), y en una segunda fase (conforme se va colmatando el espacio de frecuentación) se amplían las cabañas I, II y VII adosándole una serie de dependencias. Las habitaciones IA y IB al espacio I, la habitación IIA al muro de cierre de los espacios II y IV donde se instala un pequeño horno y la cabaña VII se adosa la habitación VIII.
A estas dos fases corresponden dos técnicas constructivas diferentes. En la primera fase se construyen los zócalos de los muros con piedras medianas y grandes en los laterales y el interior relleno con pequeños ripios trabados con barro cuya espesor está en torno a los 0.60 metros, mientras que en la segunda fase los zócalos de los muros se construyen con hiladas dispuestas en espiga.
El inventario que se encuentra en proceso de realización, ha permitido extraer una primera aproximación a la cultura material. La cerámica está representada por un alto porcentaje de cazuelas y cuencos de carenas próximas al borde, grandes orzas para el almacenamiento, vasitos, algunos de éstos encontrados dentro de estos grandes recipientes y fragmentos de cerámicas decoradas en ocasiones con abundantes tetones y en menor medida cerámica de Boquique . Aparecen gran número de molinos de mano en el interior de las cabañas y una ingente cantidad de huesos de fauna, fundamentalmente en los exteriores de los espacios de habitat. Se han hallado abundantes evidencias de la actividad metalúrgica que pudo exceder el ámbito del autoabastecimiento y servir de intercambio con otros grupos próximos.
A tenor de los resultados aportados en el registro arqueológico se puede precisar una cronología relativa (en espera de dataciones absolutas) de este importante poblado fortificado cuya vida se desarrolla a lo largo del Bronce Tardío del Sudeste, coincidiendo con la fase V del poblado almeriense de Gatas, fechado entorno al 1500-1300 a.C.

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