Las campañas realizadas permiten precisar la estructura arquitectónica de la villa y avanzar en el conocimiento de su programa decorativo y ornamental. Las estructuras se organizan de forma aterrazada en dos niveles distintos, contiguos y comunicados. En la terraza inferior las habitaciones se desarrollan de forma longitudinal a partir del atrio. Hacia el norte, una serie de habitaciones de servicio, que de momento se han excavado sólo parcialmente. Hacia el sur se distribuyen los departamentos de un complejo balnear, que en parte penetra bajo el camino moderno, lo que impide su interpretación definitiva, pero del que se conocen el praefurnium, una estancia cuadrada con hypocausto y la gran sala abovedada dotada de dos bañeras o alveus. La habitación 8, interpretada como el praefurnium de las termas se ha finalizado de excavar pudiendo precisar que fue edificada sobre unas estructuras previas; la excavación también ha podido constatar que es posible que este espacio se comunicara por el oeste con otra dependencia que no se puede excavar al quedar actualmente bajo el camino de acceso al cortijo.
De momento el único acceso de comunicación de estas estructuras inferiores con la terraza superior se establece a través de una escalera de piedra, de la cual se han reconocido dos peldaños, situada en el ángulo suroriental del atrio.
En la terraza superior, las habitaciones se organizan en torno al peristilo, formando un conjunto compacto de forma trapezoidal. Es interesante reseñar el acceso desde este patio porticado a las distintas estancias que le rodean que se produce a través de pasillos acodados y siempre por el lado opuesto. Salvo las habitaciones 17, 27, 28 y 34, las restantes estancias, colindantes con el peristilo, carecen de acceso directo. Hay un intento claro de aislar los distintos departamentos de los contiguos a través de pasillos. La habitación 32, que en principio se pensaba que era un pasillo ciego, al igual que la habitación 23, se ha podido documentar durante la campaña de 2001 que fue el corredor que permitía el acceso al peristilo por el norte, y que a la vez comunicaba con un gran espacio a modo de vestíbulo (habitación 33) por donde se podía acceder desde el atrio situado en la terraza inferior. La particularidad de disponer de pasillos ciegos, así como la propia estructura del balneum permiten diferenciar los restos de La Quintilla de las planimetrías que conocemos para otras villae romanas, lo que podría ser indicio de una funcionalidad distinta, que esperamos precisar cuando se excave el espacio situado al norte del atrio.
En general, toda la decoración pictórica ha aparecido desprendida de su soporte original y en un estado muy fragmentado y degradado, si tenemos en cuenta la gran cantidad de piezas que presentan el mortero totalmente desprendido y que han necesitado una intervención rápida a fin de evitar la pérdida de su superficie pictórica y de la información que pueden darnos en su conjunto. La pintura mural que se ha extraído en la campaña de 2001 es la correspondiente a la habitación 32 y al lienzo norte del peristilo. La importancia de estas pinturas murales de las estancias de la terraza superior, que unidas a las de la terraza inferior (mejor conocidas) indican que la villa conserva la mayor parte de su revestimiento mural, claro ejemplo de la ornamentación de una villa del sector meridional del Conventus Carthaginiensis.
En lo que respecta a la fase islámica, la campaña de 2001 ha podido terminar de delimitar en la terraza superior la ocupación desarrollada sobre el yacimiento entre finales del siglo XII y 1244, fecha de la capitulación de la ciudad de Lorca
Las características del lugar, cerca de importantes recursos de agua y en una zona oculta pero a su vez cercana a una importante vía de comunicación y a la ciudad pudieron ser las causas que favorecieran el establecimiento de una alquería islámica sobre los restos de parte del enclave romano. A tenor de los restos exhumados y teniendo en cuenta que varias de las habitaciones de la casa romana fueron expoliadas durante el siglo XIX, parece que la ocupación islámica se centró en la parte norte del peristilo. El paso de varios siglos junto al expolio ocasionado por los romanos después del abandono, había producido el derrumbe de los techos y paredes sepultando los pavimentos musivarios, por lo que los musulmanes se establecen sobre estos derrumbes que ocupaban una potencia de unos 0,35 metros. Las estancias con evidencias de ocupación islámica fueron pavimentadas con tierra apisonada, reaprovechados los muros y en algunos casos reformados. En su interior se han constatado abundantes fragmentos de cerámicas de época almohade, fundamentalmente vajilla de cocina y de mesa.
Los hallazgos, la singularidad de su planta, la posible funcionalidad y toda una serie de detalles convierten los restos de La Quintilla en un yacimiento arqueológico de carácter excepcional y con unas enormes posibilidades de recuperación, consolidación y explotación didáctica.